Hoy veo la vida desde la consciencia de la unidad en la dualidad. Tengo la certeza de que todos somos uno y estamos unidos a nivel espiritual. Una conexión que incluye animales, vegetales, minerales y todo aquello que hace parte de nuestro planeta.
Este misma comprensión me permite ser consciente que en este plano terrenal mi YO y mi no-yo deben equilibrarse y estar en armonía para alcanzar la consciencia plena de mí misma.
El no-yo sería todo aquello que veo en el exterior, mi espejo. La consciencia me permite observarla sin juicios desde la energía del AMOR. El sano equilibrio, la armonía, es ser consciente de ello y actuar en consecuencia.
La dualidad consciente-inconsciente vendría a ser una forma de manifestación de la unidad en este punto de la evolución del universo, siendo conscientes de que la dualidad es parte de la ilusión y que llegará un momento en que está tensión desaparece y con ella nosotros y el universo mismo como lo conocemos hasta entonces también desaparecen. El no-yo es un espejo de la ilusión colectiva de la que hacemos parte.
Me conmueve reconocer que esta sabiduría ya hacía parte de nuestros ancestros. Los Mayas veían al otro, como el otro YO. Es la comprensión unitaria de muchos orientales y muchos místicos.
Sentirte como parte del todo, derrumba los muros de la intolerancia y el juicio. Todos somos espejos fractales del todo. Amando al otro, amamos una parte de nosotros mismos.
El comprender nuestra existencia sin dualidad alguna es el estado natural de consciencia. Estamos en ello, siendo conscientes.
